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  • Me gustaba. Me gustaba. Y cada vez que la veía, parecía más hermosa. Parecía brillar. No me refiero a una bombilla de cien vatios, sino a su calidez. Tal vez venía de trepar a ese árbol. Tal vez de cantarle a las gallinas. Tal vez de golpear dos por cuatro y soñar con el movimiento perpetuo. No lo sé. Todo lo que sé es que comparadas con ella, Shelly y Miranda parecían tan... ordinarias.