Autores:
  • Las manos de quienes conozco me resultan mudamente elocuentes. El contacto de algunas manos es una impertinencia. He conocido a personas tan vacías de alegría, que cuando estrechaba las puntas de sus dedos helados, parecía como si le estuviera dando la mano a una tormenta del nordeste. Hay otros cuyas manos tienen rayos de sol, de modo que su apretón me calienta el corazón. Puede ser sólo el apretón de la mano de un niño, pero hay tanto sol potencial en ella para mí como lo hay en una mirada cariñosa para otros. Un fuerte apretón de manos o una carta amistosa me producen auténtico placer.

    Helen Keller (2016). “The Story of My Life”, p.81, Om Books International