Autores:
  • Nada disciplina los deseos desordenados de la carne como el servicio, y nada transforma los deseos de la carne como el servicio oculto. La carne gime contra el servicio, pero grita contra el servicio oculto. Se esfuerza y tira del honor y el reconocimiento. Ideará medios sutiles y religiosamente aceptables para llamar la atención sobre el servicio prestado. Si nos negamos firmemente a ceder a esta lujuria de la carne, la crucificamos. Cada vez que crucificamos la carne, crucificamos nuestro orgullo y arrogancia.