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  • El mal no es más que una palabra, una objetivación donde no es necesaria ninguna objetivación. La triste verdad es que poseemos una inclinación innata hacia la indiferencia, hacia la negación deliberada de la misericordia, hacia la desvinculación de todo lo que hay de moral en nosotros. Pero si eso es demasiado terrible, llamémoslo maldad. Y pintémoslo con fuego y veneno.