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  • Porque la gente podía cerrar los ojos a la grandeza, a los horrores, a la belleza, y los oídos a las melodías o a las palabras engañosas. Pero no podían escapar al olor. Porque el olor era hermano del aliento. Junto con el aliento, penetraba en los seres humanos, que no podían defenderse de él si querían vivir. Y el olor entraba en su núcleo, iba directamente a sus corazones, y decidía para bien y para mal entre el afecto y el desprecio, el asco y la lujuria, el amor y el odio. Quien dominaba el olor dominaba el corazón de los hombres.