Autores:
  • Aquellas horas dedicadas a disfrutar del resplandor de un futuro imaginado, a dejarse llevar en corrientes de promesas por un amor o una pasión tan fuertes que uno se sentía alterado para siempre y convencido de que hasta la más pequeña partícula del mundo circundante estaba cargada de un propósito de grandeza imposible; Ah, sí, y uno miraba a los árboles y se emocionaba con el río de follaje dorado y pálido que el viento desprendía en cascada y con el canto melodioso y agudo de innumerables pájaros; esos momentos, tantos y tan lejanos, todavía vuelven, pero brevemente, como luciérnagas en el calor perfumado de la noche de verano.

    Mark Strand (2014). “Collected Poems”, p.406, Knopf