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  • Una de las cosas más comunes que se hacen con los ahorros es prestarlos a algún Gobierno. En vista del hecho de que la mayor parte del gasto público de la mayoría de los gobiernos civilizados consiste en el pago de guerras pasadas o en la preparación de guerras futuras, el hombre que presta su dinero a un gobierno se encuentra en la misma posición que los hombres malos de Shakespeare que contratan asesinos. El resultado neto de los hábitos económicos del hombre es aumentar las fuerzas armadas del Estado al que presta sus ahorros. Obviamente sería mejor que gastara el dinero, aunque lo gastara en bebida o juego.

    Bertrand Russell (2015). “In Praise of Idleness”, p.5, Lulu Press, Inc