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  • Por muy modesto que uno sea en su exigencia de limpieza intelectual, no puede dejar de sentir, al entrar en contacto con el Nuevo Testamento, una especie de inexpresable incomodidad: pues la desfachatez desenfrenada con que los menos cualificados quieren alzar la voz sobre los problemas más grandes, e incluso pretenden ser jueces de tales cosas, sobrepasa toda medida. La desvergonzada ligereza con que se habla de los problemas más insolubles (la vida, el mundo, Dios, el propósito de la vida), ¡como si no fueran problemas en absoluto, sino simplemente cosas que esos pequeños fanáticos saben!

    "La voluntad de poder".