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Aunque nunca pude acostumbrarme al constante estado de ansiedad en el que viven los culpables, los grandes y los tiernos de corazón, sentí que estaba haciendo lo mejor que podía a modo de mimetismo.
Aunque nunca pude acostumbrarme al constante estado de ansiedad en el que viven los culpables, los grandes y los tiernos de corazón, sentí que estaba haciendo lo mejor que podía a modo de mimetismo.