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  • No sé qué rituales llevarán mis hijos a la edad adulta, si crecerán apegados a la pizza casera los viernes por la noche, o al aroma de los pimientos asándose al fuego, o qué. Lo que sí sé es que los sabores se abren camino bajo la piel, hasta el corazón de la nostalgia. En lo que respecta a mis hijos, me encuentro deseando las cosas más sencillas: que si algún día anhelan huertos donde sus hijos puedan trepar a las ramas y robar manzanas, el mundo tenga suficientes árboles con brazos para recibirlos.