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  • Así que ella le enseñó a fondo que no se puede tener placer sin dar placer, y que cada gesto, cada caricia, cada roce, cada mirada, hasta el último rincón del cuerpo tiene su secreto, que trae la felicidad a quien sabe despertarlo. Le enseñó que después de una fiesta de amor los amantes no deben separarse sin admirarse mutuamente, sin ser conquistados ni haber sido conquistados, para que ninguno de los dos esté desolado ni glotón ni tenga la mala sensación de haber sido utilizado o mal utilizado.