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  • Sin embargo, nos conocimos, y el destino nos unió en el altar, y yo nunca hablé de pasión ni pensé en el amor. Ella, sin embargo, rehuyó la sociedad y, apegándose sólo a mí, me hizo feliz. Es una felicidad maravillarse; es una felicidad soñar.

    Edgar Allan Poe, Thomas Ollive Mabbott, Eleanor D. Kewer, Maureen Cobb Mabbott (2000). “Tales and Sketches: 1831-1842”, p.229, University of Illinois Press