-
Sin embargo, nos conocimos, y el destino nos unió en el altar, y yo nunca hablé de pasión ni pensé en el amor. Ella, sin embargo, rehuyó la sociedad y, apegándose sólo a mí, me hizo feliz. Es una felicidad maravillarse; es una felicidad soñar.
Sin embargo, nos conocimos, y el destino nos unió en el altar, y yo nunca hablé de pasión ni pensé en el amor. Ella, sin embargo, rehuyó la sociedad y, apegándose sólo a mí, me hizo feliz. Es una felicidad maravillarse; es una felicidad soñar.