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El hábito moderno de hacer ceremonias sin ceremonias no es prueba de humildad; más bien demuestra la incapacidad del infractor para olvidarse de sí mismo en el rito, y su disposición a estropear para todos los demás el placer propio del ritual.
El hábito moderno de hacer ceremonias sin ceremonias no es prueba de humildad; más bien demuestra la incapacidad del infractor para olvidarse de sí mismo en el rito, y su disposición a estropear para todos los demás el placer propio del ritual.