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  • Cuando nos negamos a trabajar con nuestra decepción, incumplimos los Preceptos: en lugar de experimentar la decepción, recurrimos a la ira, la codicia, el cotilleo, la crítica. Sin embargo, es el momento de ser esa decepción el que es fructífero; y, si no estamos dispuestos a hacerlo, al menos deberíamos darnos cuenta de que no estamos dispuestos. El momento de decepción en la vida es un regalo incomparable que recibimos muchas veces al día si estamos alerta. Este regalo está siempre presente en la vida de cualquiera, ese momento en el que "¡No es como yo quería!