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  • Que los espectáculos exteriores sean menos ellos mismos: El mundo aún se engaña con ornamentos. En la ley, ¿qué alegato tan manchado y corrupto, sino que, sazonado con una voz graciosa, oscurece el espectáculo del mal? En religión, ¿qué maldito error, sino que alguna sobria frente lo bendiga y apruebe con un texto, Ocultando la grosería con bello ornamento? No hay vicio tan simple que no asuma alguna marca de virtud en sus partes externas.

    'The Merchant of Venice' (1596-8) act 3, sc. 2, l. 73