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  • Los he observado todo el día y son los mismos hombres que nosotros. Creo que podría acercarme al molino y llamar a la puerta y sería bienvenido, salvo que tienen órdenes de desafiar a todos los viajeros y pedirles ver sus papeles. Son sólo órdenes lo que se interpone entre nosotros. Esos hombres no son fascistas. Yo los llamo así, pero no lo son. Son pobres hombres como nosotros. Nunca deberían luchar contra nosotros y no me gusta pensar en la matanza.