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  • Comprendí que toda flor creada por Él es bella, que el brillo de la rosa y la blancura del lirio no disminuyen el perfume de la violeta ni la dulce sencillez de la margarita. Comprendí que si todas las flores humildes quisieran ser rosas, la naturaleza dejaría de estar esmaltada de bellos matices. Y así es en el mundo de las almas, el jardín viviente de Nuestro Señor.

    Santa Teresa de Lisieux (2007). "La historia del alma", p.26, Cosimo, Inc.