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Lancé una flecha al aire, cayó a tierra, no supe dónde; pues, tan velozmente voló, que la vista no pudo seguirla en su vuelo. Soplé una canción en el aire, Cayó a tierra, no supe dónde; Porque, ¿quién tiene la vista tan aguda y fuerte, Que pueda seguir el vuelo de una canción? Mucho, mucho tiempo después, en un roble encontré la flecha, aún intacta; Y la canción, de principio a fin, la volví a encontrar en el corazón de un amigo.