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  • Henderson suspiró. Hubo un tiempo, reflexionó, en que la llegada de esta noche significaba algo. Una Europa oscura, que gemía de miedo supersticioso, dedicaba esta Nochebuena al sonriente Desconocido. Un millón de puertas habían sido atrancadas contra los malvados visitantes, un millón de oraciones murmuradas, un millón de velas encendidas. La idea tenía algo de majestuoso, reflexionó Henderson.