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  • Las madres de verdad no se limitan a escuchar con humilde vergüenza a la señora mayor que ofrece consejos no solicitados en la cola de la caja cuando un niño tiene una rabieta. Cogemos al niño, lo dejamos en el carrito de la señora y decimos: "Estupendo. Quizá puedas hacerlo mejor". Las madres de verdad saben que no pasa nada por desayunar pizza fría. Las madres de verdad admiten que es más fácil fracasar en este trabajo que tener éxito.

    Jodi Picoult (2010). “House Rules: A Novel”, p.178, Simon and Schuster