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  • La vanidad se extendía sobre todo a su biblioteca, posiblemente el verdadero amor de la vida de Cicerón. Es difícil nombrar algo que le produjera más placer, aparte posiblemente de la evasión de las leyes suntuarias. A Cicerón le gustaba creerse rico. Se enorgullecía de sus libros. No necesitaba más razones para que Cleopatra le cayera mal: las mujeres inteligentes que tenían mejores bibliotecas que él le ofendían por tres motivos.