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  • Pues mientras estamos encerrados en estos confines del cuerpo, cumplimos como una especie de deber la pesada tarea de la necesidad; porque el alma del cielo ha sido arrojada de su morada en lo alto y hundida, por así decirlo, en la tierra, un lugar justamente opuesto a la naturaleza divina y a la eternidad. Pero creo que los dioses inmortales han sembrado almas en cuerpos humanos para que existan seres que guarden el mundo y, tras contemplar el orden del cielo, lo imiten con su moderación y firmeza en la vida.