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  • Si el día del Juicio Final fuera llamado por San Pedro para dar testimonio del acto de bondad del que fuera sheriff, sería incapaz de decir nada en su favor. Su confianza en que mi tío y todos los demás negros que se enteraran de la próxima cabalgada del Ku Klux Klan se esconderían bajo sus casas entre excrementos de gallina era demasiado humillante. Sin esperar el agradecimiento de mamá, salió cabalgando del patio, seguro de que las cosas eran como debían ser y de que él era un gentil escudero, que salvaba a aquellos siervos merecedores de las leyes de la tierra, que él aprobaba.