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Los árboles son santuarios. Quien sabe hablarles, quien sabe escucharles, puede aprender la verdad. No predican enseñanzas y preceptos, predican, sin inmutarse por particularidades, la antigua ley de la vida.
Los árboles son santuarios. Quien sabe hablarles, quien sabe escucharles, puede aprender la verdad. No predican enseñanzas y preceptos, predican, sin inmutarse por particularidades, la antigua ley de la vida.