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  • Cuando llegué a New York y abrí la ventana del piso treinta y cinco, había contaminación lumínica y niebla, y no pude ver mi estrella. Así que me la dibujé en la muñeca con un bolígrafo, pero se iba borrando. Entonces fui a un salón de tatuajes de la Segunda Avenida y me la hice.