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Si cogiéramos la ciudad de Tokio, la pusiéramos patas arriba y la sacudiéramos, nos asombraríamos de los animales que caen: tejones, lobos, boas constrictoras, cocodrilos, avestruces, babuinos, capibaras, jabalíes, leopardos, manatíes, rumiantes, en cantidades incalculables. No me cabe duda de que las jirafas y los hipopótamos asilvestrados llevan generaciones viviendo en Tokio sin ver un alma.