Una de las cosas maravillosas de la comunidad es que nos permite acoger y ayudar a la gente de una forma que no podríamos hacerlo individualmente. Cuando aunamos nuestras fuerzas y compartimos el trabajo y la responsabilidad, podemos acoger a muchas personas, incluso a las que se encuentran en una situación de profunda angustia, y tal vez ayudarles a encontrar la confianza en sí mismas y la curación interior.