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  • Hay un vicio del que ningún hombre en el mundo está libre; que todos en el mundo detestan cuando lo ven en otra persona; y del que casi ninguna persona, excepto los cristianos, se imaginan que son culpables ellos mismos. [...] No hay defecto que haga a un hombre más impopular, ni defecto del que seamos más inconscientes en nosotros mismos. [...]El vicio del que hablo es el Orgullo o Engreimiento: y la virtud opuesta a él, en la moral cristiana, se llama Humildad.