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  • He aprendido que en cada circunstancia que se me presenta, puedo elegir responder de una de dos maneras: Puedo quejarme o puedo adorar. Y no puedo adorar sin dar gracias. Simplemente no es posible. Cuando elegimos el camino de la adoración y de dar gracias, especialmente en medio de circunstancias difíciles, hay una fragancia, un resplandor, que sale de nuestras vidas para bendecir al Señor y a los demás.