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  • ¿Y no os he dicho que lo que confundís con locura no es más que un exceso de agudeza de los sentidos? --Ahora, digo, llegó a mis oídos un sonido grave, sordo y rápido, como el que hace un reloj cuando está envuelto en algodón. Yo también conocía bien ese sonido. Era el latido del corazón del viejo. Aumentó mi furia, como el redoble de un tambor estimula el valor del soldado.

    Edgar Allan Poe (2006). “The Best of Poe”, p.83, Prestwick House Inc