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  • Justo cuando la vida normal parecía casi posible, cuando el mundo tenía algún tipo de orden, significado, incluso belleza (el rocío prismático de la luz a través de un carámbano; la quietud de un amanecer), alguna pequeña cosa se torcía y el velo del optimismo se rasgaba, revelando el mundo estéril. Aprendieron, de algún modo, a esperar a que pasaran esos momentos. No había cura, ni respuesta, ni reparación. (161)