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La miró de reojo. No estaba llorosa; ésa era una de las muchas cosas maravillosas de Ginny, rara vez lloraba. A veces había pensado que tener seis hermanos debía de haberla endurecido.
La miró de reojo. No estaba llorosa; ésa era una de las muchas cosas maravillosas de Ginny, rara vez lloraba. A veces había pensado que tener seis hermanos debía de haberla endurecido.