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  • Afrontémoslo: Estoy asustado, asustado y congelado. En primer lugar, supongo, tengo miedo por mí mismo... el viejo impulso primitivo de supervivencia. Cada vez vivo cada momento con una intensidad terrible. Anoche, volviendo de Boston, me tumbé en el coche y me dejé llevar por las luces de colores, la música de la radio, el reflejo del tipo que conducía. Todo fluía sobre mí con un dolor chillón... recuerda, recuerda, esto es ahora, y ahora, y ahora. Vívelo, siéntelo, aférrate a él. Quiero ser plenamente consciente de todo lo que he dado por sentado. Cuando sientes que ésta puede ser la despedida, la última vez, te golpea más fuerte.