-
Si tu comprensión de lo divino te hacía más amable, más empático, y te impulsaba a expresar simpatía en actos concretos de bondad amorosa, eso era buena teología. Pero si tu noción de Dios te hacía antipático, beligerante, cruel, santurrón, o si te llevaba a matar en nombre de Dios, era mala teología.