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  • La riqueza de la lluvia me hacía sentir segura y protegida; siempre he considerado que la lluvia es curativa, una manta, el consuelo de un amigo. Sin al menos algo de lluvia en un día cualquiera, o al menos una nube o dos en el horizonte, me siento abrumada por la información de la luz del sol y anhelo el regalo vital y amortiguador del agua que cae.

    Douglas Coupland (2010). “LIFE AFTER GOD”, p.228, Simon and Schuster