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Observé cómo la luz de primera hora de la mañana pasaba por encima y a través de las ventanas de cristal de colores, dejando rayas rojas, verdes y amarillas en el suelo de piedra. Cuando era pequeña, intentaba capturar la luz de colores. Pensaba que podría sostenerla en la mano y llevarla a casa. Ahora sé que es como la felicidad: está ahí o no está, no puedes retenerla ni conservarla.