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Lo que debo hacer es lo único que me preocupa, no lo que piense la gente. Esta regla, igualmente ardua en la vida real e intelectual, puede servir para toda la distinción entre grandeza y mezquindad. Es más difícil, porque siempre encontrarás a quienes creen saber cuál es tu deber mejor que tú mismo. Es fácil en el mundo vivir según la opinión del mundo; es fácil en la soledad vivir según la nuestra; pero el gran hombre es aquel que en medio de la multitud mantiene con perfecta dulzura la independencia de la soledad.