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  • El amor puede, ciertamente, amar a la amada cuando su belleza está perdida: pero no porque esté perdida. El amor puede perdonar todas las flaquezas y seguir amando a pesar de ellas, pero no puede dejar de querer que desaparezcan. El amor es más sensible que el odio mismo a cada defecto de la amada... De todos los poderes es el que más perdona, pero el que menos condona: se complace con poco, pero lo exige todo.