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  • Me arrodillé y recé, y la verdad más fuerte se apoderó de mí. No importaba si Dios en su cielo era un Dios católico o protestante, o el Dios de los hindúes. Lo que importaba era algo más profundo, antiguo y poderoso que cualquier imagen de ese tipo: era un concepto de bondad basado en la afirmación de la vida, el alejamiento de la destrucción, de lo perverso, del hombre que usa y abusa del hombre. Era la afirmación de lo humano y lo natural.