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  • Cuando estamos solos en una noche estrellada, cuando por casualidad vemos a los pájaros migratorios en otoño descender sobre un bosquecillo de enebros para descansar y comer; cuando vemos a los niños en un momento en que son realmente niños, cuando conocemos el amor en nuestro propio corazón; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja rana aterrizar en un estanque tranquilo con un chapoteo solitario: en esos momentos, el despertar, la vuelta del revés de todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que se hacen evidentes, todo ello nos permite vislumbrar la danza cósmica.