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  • Algunos peligros son tan espectaculares y van mucho más allá de la experiencia normal que la mente se niega a aceptarlos como reales, y observa la aproximación de la fatalidad sin ningún sentimiento de aprensión. El hombre que contempla el maremoto que se precipita, la avalancha que desciende o el embudo giratorio de un tornado y, sin embargo, no intenta huir, no está necesariamente paralizado por el miedo o resignado a un destino inevitable. Puede que simplemente sea incapaz de creer que el mensaje de sus ojos le concierna personalmente. Todo le está sucediendo a otra persona.