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  • Tengo una tía centenaria que aspira a la santidad, y cuyo único deseo ha sido entrar en el convento, pero ninguna congregación, ni siquiera las Hermanitas de la Caridad, podrían tolerarla más de unas semanas, así que la familia ha tenido que ocuparse de ella. Créanme, no hay nada tan insufrible como un santo, no le echaría uno ni a mi peor enemigo.

    Isabel Allende (2003). “My invented country: a memoir”, HarperPerennial