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  • La maldición de la mortalidad. Pasas la primera parte de tu vida aprendiendo, haciéndote más fuerte, más capaz. Y entonces, sin tener la culpa, tu cuerpo empieza a fallar. Retrocedes. Los miembros fuertes se vuelven débiles, los sentidos agudos se embotan, las constituciones resistentes se deterioran. La belleza se marchita. Los órganos fallan. Te recuerdas a ti mismo en la flor de la vida y te preguntas dónde ha ido a parar esa persona. Mientras tu sabiduría y experiencia alcanzan su punto álgido, tu cuerpo traidor se convierte en una prisión.

    Brandon Mull, Brandon Dorman (2007). “Fablehaven”, p.146, Simon and Schuster