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  • De este modo, su alma infeliz luchaba con su angustia. Mil ochocientos años antes que este desdichado, el Ser misterioso, en quien se reúnen todas las santidades y todos los sufrimientos de la humanidad, Él también, mientras los olivos temblaban bajo el feroz soplo del Infinito, había rozado la temible copa que se presentaba ante él, chorreando sombra y desbordándose de tinieblas, en las profundidades llenas de estrellas. (pág. 236)