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Muchas veces he tenido que arrodillarme por la abrumadora convicción de que no tenía a dónde ir. Mi propia sabiduría y la de todos los que me rodeaban parecían insuficientes para aquel día.
Muchas veces he tenido que arrodillarme por la abrumadora convicción de que no tenía a dónde ir. Mi propia sabiduría y la de todos los que me rodeaban parecían insuficientes para aquel día.