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  • Mientras ellos (los proles) siguieran trabajando y criando, sus otras actividades carecían de importancia. Abandonados a sí mismos, como ganado suelto en las llanuras de Argentina, habían vuelto a un estilo de vida que les parecía natural, una especie de patrón ancestral... El trabajo físico pesado, el cuidado del hogar y de los hijos, las pequeñas peleas con los vecinos, el cine, el fútbol, la cerveza y, sobre todo, el juego llenaban el horizonte de sus mentes. Mantenerlos bajo control no era difícil.