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Como escritor, o secretario, siempre me he sentido encargado de custodiar todos los objetos inesperados de encanto mundano y no mundano, como si se me pudiera considerar personalmente responsable si se perdiera aunque fuera uno pequeño.
Como escritor, o secretario, siempre me he sentido encargado de custodiar todos los objetos inesperados de encanto mundano y no mundano, como si se me pudiera considerar personalmente responsable si se perdiera aunque fuera uno pequeño.