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  • Siempre hay la misma cantidad de buena y mala suerte en el mundo. Si a una persona no le toca la mala suerte, tendrá que tocarle a otra en su lugar. También hay siempre la misma cantidad de bien y de mal. No podemos erradicar el mal, sólo podemos desalojarlo, obligarlo a trasladarse al otro lado de la ciudad. Y cuando el mal se desplaza, algo de bien siempre se va con él. Pero nunca podemos alterar la proporción entre el bien y el mal. Lo único que podemos hacer es mantener las cosas revueltas para que ni el bien ni el mal se solidifiquen. Es entonces cuando las cosas se ponen tenebrosas. La vida es como un guiso, hay que removerlo con frecuencia, o toda la escoria sube a la superficie.

    Tom Robbins (2003). “Still Life with Woodpecker”, p.92, Bantam