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  • En el pasado, solía contrarrestar cualquier idea de este tipo preguntándome: "¿Realmente querrías al Presidente Hattersley?". Ahora veo que esa posibilidad me anima bastante. Con sus rasgos regordetes y dickensianos y su conocimiento de T.H. Green y otros clásicos políticos inofensivos de izquierdas, Hattersley podría no ser tan malo después de todo.