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Dios nunca nos dirigirá a ser orgullosos, arrogantes e implacables, inmorales o perezosos o llenos de miedo. Entramos en estas cosas porque somos insensibles al liderazgo del Espíritu Santo dentro de nosotros.
Dios nunca nos dirigirá a ser orgullosos, arrogantes e implacables, inmorales o perezosos o llenos de miedo. Entramos en estas cosas porque somos insensibles al liderazgo del Espíritu Santo dentro de nosotros.